martes, 31 de julio de 2007

Morir matando

Para muchos, las portadas de los diarios esconden extraños secretos alquímicos: leyéndolas de reojo unos se cree “al día de la actualidad”, lanzan bombas informativas o nos muestran fotografías que dentro de 20 años abrirán los libros de historia. Además, en ellas suelen confluir casualidades escatológicas que, muy a menudo, pasamos por alto.

Lo que sigue es un ejemplo de estas casualidades crónicas (antónimo de anacrónicas).

¿Qué tienen en común Michelangelo Antonioni e Ingmar Bergman; Cervates y Shakespeare? Murieron el mismo día ¿En qué coinciden Paolo Conte, Adriano Calentano y Nek? Nacieron el mismo día, como si se tratara de una garantía para ser cantante italiano.

Nadie escapa de estas casualidades. Todo el mundo, en un momento u otro de su vida, se fija en quién nació el mismo día que él y, sin embargo, nunca sabremos quien muere con nosotros. Realizada la encuesta morbosa de turno entre los más allegados, nadie ha mirado quién murió el mismo día que el tío Antón o la abuela Rita.

Así que queda claro, por ahora, que lo que imprime carácter es el nacimiento. Si no, que se lo pregunten a Juanca I, nacido el único día que podía hacerlo —6 de enero—.

Un profesor, hace años, hacía en sus clases un discurso muy original que solía titular “La magia de las fechas”. Los hechos no pasaban un día determinado, sucedían motivados por un subconsciente colectivo.

Rota la magia de mi miles de alumbramientos y defunciones, uno acaba pensando que los grandes, no se mueren a la ligera: se llevan con sí a otros igualmente grandes y que a nadie se le escape que, más de uno, elige morir matando.


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