Sin embargo, con la boca pequeña, preguntaba si nuestros pasitos minúsculos nos llevarían muy lejos.
Cuando llegó el día de partir, hicimos las maletas tomando todas las precauciones imaginables. En mi caso, ésto significaba llevarse desde un traje de neopreno de 10 mm y un pareo, hasta un casco integral y varios rollos de teflón. 4 maletas rollizas nos esperaban en el rellano.
Subimos al coche, cruzamos la calle y entramos en el recinto del camping de la acera de enfrente, que se extendía sobre tres hectáreas.
Eso es amor patrio.